domingo, 1 de marzo de 2009

Cicatrices




Tus manos juegan. Forman castillos de sueños con tus valerosos movimientos que acarician la fina grava de mar. Entre el intersticio de tus cabellos se asoma el horizonte y los impulsos bohemios de las olas. Vehemente, te confundes con su esencia. Naturaleza con naturaleza. Su acústica armoniosa juega con el ritmo de tu ser. Lanza jubilosas sinfonías que al verte correr quebrantan estridentes cuando la efervescencia del mar cae a tus pies. Majestuosa. Sublime. La espuma se aferra a tus tobillos para luego disolverse entre tus dedos de coral. Te penetra. Acaricia cada paraíso de ti. Cada orilla. Cada trópico de tu figura. Cada golfo de tu profundo océano. Aferrado al umbral del oleaje te conviertes en promesa del mar. Varando tus pies en la arena. Entregándote a la aventura del abismo. Sumergiéndote en la pomposidad. Tu cuerpo se derrama cual alga marina se enreda entre tu torso. Al vaivén del cabrilleo. Al compás de tu desnudez. Centellas solares caen sobre ti. Hechicero de luz. Acarician tu meloso pelo sobre la marea. Destacando con su zumo de sodio tu piel acanelada. Y osas de salir de la aventura, con la salinidad entre tus movimientos arcanos. Petrificado, enaltecido, mortecino. Las olas te lanzan con caricias a la orilla con el hervor entre los pies. Y el aura te envuelve entre su diáfana ventisca. Te ofreces como amigo al viento y como amante al mar. Con la libertad en tus cabellos rindes tu cansancio a la bahía y en ciernes acaricias el cielo. Señalando el límite del universo. Inhalando el aroma de la brisa. Tu sudor se vuelve al mar, flotando como aceite erótico por la corriente. Dejando finas huellas en la arena. Ondas caricias de terneza. Rastros inocuos de vivencia. Relieves intensos de tu ser. Con tu mirada ardiente, marino, das bienvenida al ocaso, y entristecen los caminos que recorren pedazos de arena sin ti. Cómplice sin culpa. Tsunami sin mar. La costa se crea atisbos de que no te has ido. De que formas parte del bruno océano. Resplandeciente, iluminas la cadencia del noctámbulo oleaje como faro que guía el camino del edén. Prendiendo fuego al maretazo. Ardiendo tus fogatas guerreras. Encienden la esencia de tu encanto. La eterna seducción de tu belleza. Tu infinito amanecer.